… ¡Ah, sí!, te comento:
Había una vez un pueblito llamado San Jerónimo Aculco. Pero con el tiempo, por cuestiones políticas ajenas a él, se le cambió el nombre de “Aculco” por “Lídice”. Según cuentan los mayores que eso se hizo en honor y solidaridad con Checoslovaquia, porque uno de sus pueblos, llamado Lídice, fue arrasado por los nazis en tiempo de la Segunda Guerra Mundial.
A partir del 30 de agosto de 1942 este pequeño pueblito de México se comenzó a llamar San Jerónimo Lídice.
Mi pueblito originario del Distrito Federal está ubicado al poniente de la gran Ciudad de México, históricamente es uno de los cuatro pueblos originarios que conformaron la actual Delegación de la Magdalena Contreras.
Pues ya encarrilados te cuento que a partir de ese acontecimiento a la escuela primaria del pueblo también se le llamó Lídice.
Pero déjame que te cuente, actualmente hay un grupo de personas inquietas e interesadas en recuperar el nombre de nuestros ancestros que queremos que se le llamo oficialmente San Jerónimo Aculco
– Lídice, como debe de ser con base en la justicia y en la historia, ya que para el cambio de nombre a nadie de nuestros mayores se le tomó en cuenta.
¿Sabías que Aculco quiere decir donde se tuerce el cauce o curso del agua?
Por lo que te cuento, considero que este pueblo además de nombre tiene apellidos paterno y materno, bueno a mí así se me figura.
Cuando quieras venir a la fiesta del Santo Patrono de éste pueblo es el 30 de Septiembre, no te lo pierdas, se pone bonito.
Sabes, quiero retroceder un poco en el tiempo, esta población fue escenario de la batalla que se libró en el año de 1847, el 19 y 20 de agosto, contra los estadounidenses. Ellos estuvieron en San Jerónimo Aculco – Lídice, mientras que el ejército mexicano se estableció en una zona conocida como Padierna, que posteriormente perteneciente a San Jerónimo como una dotación de ejido.
Al frente del batallón asentado en Padierna estaba el general Valencia, desgraciadamente se perdió la batalla, en eso tuvo que ver Antonio López de Santa Anna, quien traicionó la causa, porque dejó combatir solo al General Valencia.
Pasando a otra cosa quiero describirte lo que yo recuerdo de este pueblo y por qué te digo que era un lugar de ensueño, tranquilo y de gente honesta y trabajadora, que se dedicaba a trabajar la tierra mediante huertas, por cierto muy fértiles, de tierra negra y también de regadío, que eran trabajadas con cariño, sembrando y cosechando una enorme variedad de flores, frutas, semillas y legumbres.
Caminabas por las veredas y callecitas angostas de este lugar y percibías el perfume de la variedad de flores: rosas “babes”, rosas de muchos colores, claveles, perritos, nubes, violetas, retama, lirios, gladiolas, pinceles, madre selva, alcatraces, margaritas, jazmín etc.
Nos hartábamos de frutas, cuando era la temporada de recolectarlas, como: membrillos, peras, manzanas, higos, duraznos, chabacanos, frambuesas, capulines, ciruelas, tejocotes, zapote blanco y también zapote negro; recuerdo que mamá preparaba un riquísimo ponche cuando llegaba la temporada de las fiestas navideñas y también cocinaba riquísimas mermeladas de las diferentes frutas o en almíbar nos las comíamos.
San Jerónimo era un pueblo muy visitado, pues venía gente de la Ciudad de México, familias enteras, también se realizaban excursiones de centros comerciales y de fabricas muy importantes, quienes hacían día de campo los fines de semana y en la época de vacaciones.
Algunos visitantes llegaban por el ferrocarril que hacía una parada especial en el pueblo y el regreso también lo hacían en el tren, venían de día de descanso, a jugar o a relajarse, o a mercar fruta y flores, a convivir con gente del pueblo y así nacieron noviazgos y finalmente matrimonios.
Por cierto el destino del ferrocarril era la zona guerrerense del Rio Balsas, transitando por la ciudad de la eterna primavera y la zona montañosa del Ajusco, volcán apagado también conocido como “El Pico del Águila”.
Nuestra gente bajaba a la Ciudad de madrugada con sus burros cargados de frutas y flores y llevaban sus lámparas de petróleo alumbrando el camino, por ende, a lo lejos se veían luces revoloteando y creían que eran brujas volando. Por eso se nos quedó el apodo de las brujas o brujos de San Jerónimo.
Así se llevaban las frutas y flores que se comerciaban en los actuales mercados de San Ángel, el de frutas y en el de flores, los que siguen vigentes y se localizan en la Avenida Revolución, cerca de la Parroquia del Carmen.
Mucha gente de otros pueblos visitaba San Jerónimo y traían sus productos que se cosechaban en sus tierras y hacían el trueque, nosotros nos regocijábamos con sus productos y ellos se llevaban nuestras hermosas flores y frutas.
Recuerdo también que todos los domingos, en la avenida principal del pueblo, se ponían puestos de frutas y llegaban los citadinos a mercarlas y muchas de esas gentes se enamoraron del pueblo y llegaron para quedarse, construyendo lujosas residencias y levantando bardas.
Nuestras huertas estaban rodeadas de cercos de flores silvestres o cultivadas, como la bola de nieve o de rosas “babes” o simplemente sin cercos, ya que no se necesitaban porque había respeto entre los vecinos y también porque necesitaban pasar de un huerto a otro cuando regaban sus tierras, ya que el agua corría por angostos canales y tenían que llevarlo a su predio.
Aquí la gente se organizaba para repartir el agua de riego y cada lunes se citaban en el tanque que estaba en la calle Magnolia para saber cuándo y cuánto tiempo le tocaba el agua a los lugareños de San Jerónimo para regar sus huertas y también llevar a cabo las faenas para desenvolver los canales.
También, es preciso señalar que el agua de regadío, era proveniente de la zona montañosa de los dínamos de la Magdalena Contreras. Cerca del Cerro de Judío, en la actual Avenida de Luis Cabrera, se localizó una presilla de agua, convertida hoy en día en un campo de futbol.
En primavera y el verano veíamos como llegaban variedad de aves, de las que actualmente ya no se ven algunas como los cardenales; las golondrinas, los zopilotes, los gavilanes.
A los chiquillos les gustaba treparse a los árboles a coger la fruta más madura, a observar los nidos de los pájaros o a columpiarse en sus ramas. También por las tardes – noches a tratar de atrapar las luciérnagas que se distinguían en medio de la obscuridad y después de divertirse se les dejaba ir.
La chiquillada se reunía a jugar trompo, balero, canicas, matatena, escondidillas, a los encantados, la roña, cazuelitas, listones, cebollitas, rondas, brincar la cuerda, el bote pateado etc., nos divertíamos con tan poco pero era mucho la alegría y la diversión.
Te cuento que cuando la luz se iba nos reuníamos alrededor de la mesa y el jefe de familia empezaba a narrar relatos, leyendas de espanto, de tesoros escondidos y como dejábamos volar la imaginación nos sentíamos los protagonistas de esos relatos.
Las niñas, después de haber terminado los quehaceres domésticos, también nos reuníamos algunas tardes con las mamás. Nos contaban cuentos, pero no creas que de escritores; las mamás eran buenas para contarnos y nos sentíamos las princesas, reinas que vivíamos en palacios con muchas joyas, gente a nuestro servicio.
La realidad era otra, nuestras casas eran humildes, pero eso si limpias, oliendo a flores y frutas, teníamos mucho que comer, la mamá decía atrapa un guajolote que hoy a papá se le antoja un mole o a ver quién va a recolectar verdolagas, quelites, acelgas, nopales, lenguas de vaca, huauzontles, elotes, habas, hongos, flores de calabaza, huitlacoche o comíamos unos ricos frijoles de la olla recién cosechados.
Ya no te sigo diciendo porque se me están antojando esos guisos, que para nosotros eran y siguen ricos manjares.
Todos los días tomabas leche fresca preparada en atole, avena, chocolate o también derivados de la leche, te cuento esto porque aquí también había varios establos.
¿Sabías qué el excremento de las vacas, es decir el estiércol o majada, es un abono natural, buenísimo para el desarrollo y crecimiento de las plantas?
Te voy a contar un secreto que debe quedar entre tú y yo: mi papá me daba 20 centavos de domingo, no importaba si las monedas que me daba estuvieran viejas, porque esas, mis monedas, siempre se veían brillantes, como si fueran de oro.
¿Sabes por qué se veían nuevecitas?. Pues porque las dejaba un tiempo corto en los orines de las vacas y cuando las retiraba estaban brillantes, como si fueran recién acuñadas.
Cierro los ojos y siento retroceder el tiempo, me acuerdo que un día me quemé la mano con aceite caliente por andar de metiche y traviesa y me llevaron a la Escuela Superior de Guerra y ahí me atendieron, pues era el único lugar donde había atención médica permanente y nos permitían entrar y salir de ese plantel como Juan por su casa y veíamos a los militares gallardos y apuestos.
Permíteme que te cuente que antes que fuera una institución militar fue un convento de las Josefinos y después quien sabe que pasó, se convirtió en la reconocida Escuela Superior de Guerra.
Como me gustaba escuchar muy temprano los tambores y clarines que tocaban los soldados cuando hacían los honores a la bandera.
También cuando cierro los ojos y regreso a mis recuerdos me llega el perfume de las flores y de frutas de las huertas, las que eran pequeñas selvas de enredaderas e inclusive de viborillas de agua que se arrastraban por la maleza densa.
Cómo disfruto cuando me llega a la memoria el canto de los pájaros, el dulce sonido del correr del agua por los canalitos; el silbido y el “traca traca” del ferrocarril.
Vuelvo a vivir esos sonidos, sobre todo del viejo tren de vapor con sus fumarolas blancas y humo negro. Los trenes que pasaban eran de pasajeros y de carga.
Recuerdo la alegría y algarabía de los jóvenes chiflándose unos a otros que corrían hacia las vías del ferrocarril, para treparse a este y recorrer unos metros, bajarse y regresar a sus labores y que papá y mamá no se dieran cuenta de su escapada.
En este retroceso también recuerdo a unas señoritas que también se trepaban al tren y lo hacían con sus vestidos hampones y zapatos de tacón, eran unas chicas muy atrevidas ¿pero yo me preguntó cómo lo hacían con esa indumentaria?, no cabe duda que eran unas “pingas” muy arriesgadas.
Todo eso ha desaparecido, ya no pasa el ferrocarril, ahora es una ciclo pista, es el progreso dicen algunas gentes y que por eso también están construyendo una autopista de paga dentro de la ciudad. ¿Cuándo se había visto eso que dentro de tu ciudad no la puedes recorrer libremente porque tienes que pagar?.
San Jerónimo Aculco Lídice, por mucho tiempo ha sido una excelente zona para vivir, razón por la cual a partir de la década de los años sesentas del siglo XX recibió una ola de población de gran poder adquisitivo, ligado al poder político y económico, lo que transformó la vida cotidiana de la gente originaria de éste lugar, transitando de lo rural a lo urbano.
Actualmente, San Jerónimo Aculco Lídice, contiene muchos pobladores originarios del lugar que defienden su estilo de vida y costumbres, como son sus fiestas tradicionales del 30 de septiembre que es la fiesta del Patrono de este lugar e inclusive las fiestas patrias de los días 15 y 16 de septiembre, entre otras actividades comunitarias.
Hoy San Jerónimo Aculco Lídice se debate entre la modernidad salvaje de una urbanización mercantil, la que depreda las características de nuestra comunidad originaría, de lo que se desprende una lucha dialéctica entre preservar lo tradicional y nuestras peculiaridades naturales de una población nativa de México y el vivir con las comodidades y dinámica estresante de la modernidad.
Bien dicen que al perro más flaco se le suben las pulgas.
¿Sabes por qué te lo digo?, Porque el Instituto Electoral del Distrito Federal sin querer, o sabe tú qué embrollo se traiga, dividió al Pueblo de San Jerónimo en 2 sectores y ahora resulta que tenemos 2 comités ciudadanos.
Pero lo triste de esto es que nos desunió, ya que en vez de que entre los 2 comités se saquen propuestas y se platiquen; que haya más comunicación, pero no, tenemos recelo unos de otros.
El triste resultado es que ahora somos los de arriba y los de abajo, cuando debería ser uno sólo y que todos apoyáramos para el mejoramiento de mi San Jerónimo.
No quiero pensar mal, pero, por ahí dicen: “piensa mal y acertarás”: Considero que toda esta cuestión es con fines políticos.
¡Carajo!, por experiencia todos sabemos que la frase “divide y vencerás” es tan cierta, tanto que ahí estamos atorados, sin resolver nada porque caímos en el juego de los políticos.
Aunque a ciencia cierta no todos caímos, porque muchos reclamamos e ingresamos inconformidades por escrito al Instituto Electoral del Distrito Federal, de hecho se abrió un juicio electoral que se resolvió sin discutir el fondo del asunto, ¡dizque porque estábamos fuera de tiempo.!
Pero también hubo otros vecinos influenciados por intereses externos que aplaudieron la división y siguen pregonando que no nos afectará, ni eso, ni la supervia; ni el hecho de que no recuperemos el nombre Aculco y la categoría de Pueblo Originario. Yo pienso que sí, que ya estamos siendo muy afectados y que si tardamos en reaccionar la bruja nos va a chupar.
Cada comité tira para lados distintos, y es que obedecen a aspiraciones distintas, unos quieren un beneficio personal inmediato, pero hay quienes queremos recuperar el sentido de comunidad y bienestar colectivo para seguir disfrutando por muchos años lo que nos queda de aquél pueblito.
¡Qué horror! A veces me despierto y pienso que fue una pesadilla pero no, es la triste realidad de esta Ciudad de México y de este pequeño pueblo llamado San Jerónimo Aculco Lídice a donde a diario talan árboles, desaparecen animales silvestres, invaden barrancas donde pierden capacidad de recarga los mantos acuíferos.
Falta muy poco para que algún día, no muy lejano, tengamos que usar máscaras de oxígeno para respirar.
A veces, ante el desánimo de ver esa depredación, por momentos pienso que lo único que me queda es cerrar los ojos y retroceder en el tiempo.
Pero mi espíritu guerrero me dice:
¡Despierta!
¡Despierta!
¡Estás a tiempo!
¡Lucha tú y todo tu pueblo para conservarlo!
¡No es tuyo porque sí!
Se lo debes a tus ancestros, ellos te dejaron un pueblo hermoso.
¡Piensa!:
¿Qué vas a dejarle a tus nietos?
¿Qué cuentas vas a entregar?
¡No claudiques!.
¡Recupera ese pueblo del que tanto hablas y del que muchos se sienten orgullosos de pertenecer!
¡Queremos que nuestros hijos, nietos y por muchas generaciones más; vivan lo más parecido a lo bonito que nos ha tocado vivir.!
¡Queremos que sientan amor y arraigo hacia esta tierra fértil y pródiga!.
¡Que aquí, en este pueblito, encuentren algún familiar y amigo con quienes puedan crecer y caminar en la vida con confianza!
Muchos aquí enterramos nuestro ombligo, pero también los restos de quienes nos antecedieron.
Bueno, te dejo, hasta la próxima.
¡Te lo dejo de tarea!
¡Piénsalo!